En el ámbito de los créditos y los financiamientos, es fácil confundirse y no tener todos los términos claros. Una confusión bastante frecuente o duda es la diferencia entre una línea de crédito y un préstamo.
Pueden tomarse como similares, pero definitivamente no lo son. Si llegaste a este artículo, es porque no conoces a ciencia cierta qué es una línea de crédito y aquí vamos a despejar esa duda.
De esta forma, podrás saber exactamente si es lo que necesitas o no y te podrás poner en acción. Empecemos con la definición.
Una línea de crédito es la cantidad de dinero que una entidad bancaria pone a tu disposición para que la uses durante un tiempo determinado. Al disponer de ella, pagarán intereses sobre la cantidad que tomes prestada.
Funciona como un saldo extra que te cobra determinado interés por la parte de dinero que emplees en algunos momentos. El pago va a depender de la cantidad de días que tomes prestado ese dinero.
Cuando saldes la deuda, esa cantidad estará de nuevo disponible para que la uses cuando necesites. La flexibilidad es clave en una línea de crédito: puedes elegir cuándo retirar, devolver o repetir un préstamo mientras cumplas con las condiciones.
Las líneas de crédito son empleadas, en su mayoría, por empresas o autónomos para hacer frente a pagos cuando no cuentan con recursos a la mano. Por ejemplo, los negocios suelen usarlas para pagar la nómina mientras esperan el pago de sus clientes.
En realidad, suelen tener diferentes usos. La idea es que ese saldo “extra” sirva para afrontar pagos rápidos y que se van a saldar en el corto plazo (cuestión de días).
Aquí es precisamente donde entra el tema de la diferencia entre las líneas de crédito y los préstamos. Vamos a ver la diferencia entre estos dos productos.
Este producto financiero tiene algunas características específicas. Te las mencionamos para que las tengas en cuenta y sepas bien si es una opción o no para ti.
Las líneas de crédito suelen ser de fácil acceso porque se asocia a una cuenta corriente y su funcionamiento es el siguiente.
Un buen uso de tu línea de crédito puede ayudarte a ir teniendo un límite cada vez mayor, pero debes cuidar mucho el uso que le das a esa cantidad para evitar pagar demasiados intereses.
Lo recomendable es que tus deudas nunca superen el 40% de tus ingresos, así que emplea tu línea de crédito de manera consciente y responsable para no tener problemas o una mala calificación en el Buró de Crédito.
Existen varios aspectos que distinguen una línea de crédito de un préstamo. Para que quede claro, vamos a abordar algunos de los más relevantes.
Una de las principales diferencias entre una línea de crédito y un préstamo es que, en el caso de la primera, no tienes que emplear todo el dinero del que dispones, sino solo una parte, según lo necesites y pagarás intereses diarios solo sobre esa cantidad, no por el total.
En el caso de los préstamos, desde el momento en que los adquieres, comienzas a generar intereses aunque lo uses o no. Los intereses, considerando el tiempo, son más altos en las líneas de crédito.
Las líneas de crédito suelen emplearse para responder o solucionar problemas de liquidez inmediata que se sabe que se podrá saldar en el corto tiempo (días). Por otra parte, los préstamos son utilizados para gastos más fuertes y para objetivos específicos y bien estudiados.
Se debe tener un plan de acción para garantizar que se podrá adquirir un compromiso a largo plazo (meses o años).
Una línea de crédito se puede renovar al finalizar el plazo, que generalmente es de un año y los préstamos no brindan esa opción.
Los créditos se tienen que ir pagando según el plazo y hasta el vencimiento queda saldada la deuda. Una vez hecho esto, se puede solicitar un nuevo préstamo, cumpliendo de nuevo con los requisitos y el proceso.
Si estás pensando en contratar una línea de crédito, tienes que verificar antes tu puntaje crediticio para poder tener acceso a una opción con tasa de interés relativamente baja.
Además, debes tener en cuenta los escenarios en los que pueden emplearla o más bien, en los que es la mejor opción para que mantengas tus finanzas saludables. Enseguida te presentamos algunas pautas para que sepas cuándo sí y cuándo no usar una línea de crédito.
Como en la mayoría de casos, respecto de financiamientos, la respuesta es depende. Tienes que enfocarte siempre en la cantidad que necesitas, el destino de la misma y tu capacidad de pago.
Es una buena alternativa para cubrir gastos inesperados y eventuales en casos en los que no tengas liquidez financiera, pero como método habitual para financiamiento a empresas o particulares por los altos intereses que supone.
En caso de que desees una cantidad de dinero más alta y requieras un plazo mayor, la línea de crédito, definitivamente, no es opción, ahí lo ideal es buscar un préstamo, dependiendo del destino que quieras darle. Existen algunos que son de destino libre, como los créditos de liquidez.
Lo importante, por tanto, es que estudies muy bien para qué necesitas el dinero y por cuánto tiempo. Si hay incertidumbre sobre el plazo, lo mejor es que no emplees tu línea de crédito porque es riesgoso.